jueves, 14 de mayo de 2009

La cancion de los perros ladrando el paso del infierno

De este lado de la ciudad no amanece
para un escritor sacrificando
las ultimas gotas de tinta
en promesas sin cumplir

Mejor fugarse a la habitación
de un hotel y esconderse
ebrio de la autoridad
que reclaman los
policías del infierno
Donde hay perros
y hay futuro para
las parejas jóvenes
de homosexuales
que escriben versos
sin vergüenza a la
virgen de sus pecados

Un lugar, me han dicho
convertido en emanadero
de tristezas nuevas,
rejuvenecidas tristezas que
al paso de los instantes
agradecen un poco
de salud para seguir
delinquiendo en este mundo
vacío donde la felicidad
es el precio mas pagado

Ellos, los valientes convertidos
en potros infectados de espuma
andaron la noche hasta llegar al
establo donde mi nombre
hecho un buitre devoraba
una princesa insaciable

La princesa sangraba
capaz de hacer resurgir a cristo
en un tenaz esfuerzo moderno
por las pasiones humanas

La princesa se fugaba
en pequeños episodios
consiente del poder
inaudito de los centauros
y a partir de la convivencia
conmigo amanecía a cada
minuto del día

Amanecía hasta la nausea
y los buzos dentro de su capital liquida
de océanos interminables
entre el estertor
de un banco de peces cadavéricos
no sabían si violar a las sirenas ennegrecidas
o escarbar el fondo del mar para
demostrar a la humanidad
que los barcos sepultados
siguen navegando
en otro hemisferio marino
incomprensible
e inaceptable cuando
uno quiere haber envejecido
siendo aun demasiado
viejo para morir

Ahí, en un cuarto de hotel
que da frente al umbral
de la frontera donde
el diablo se divierte
disfrazado de dios
y dios del diablo
se encuentran las fotografías
de un ejercito de traidores
que lucharon finalmente
por defender los hogares
desahuciados de su país
y regresaron mancos
sin rostro, sin manos
ni ropa nueva que usar
el domingo, o el sábado
próximo que hay fiesta
en un modesto
club de asesinos

Esta es la noción perfecta
del crimen desde que hizo
poesía la destrucción
y tu te fuiste de la carretera
donde mi padre me llevo a la escuela
y recorrimos juntos algunos
días de la mano hasta toparnos con
el invierno que lo rebasaba todo
y dejaba muertos a los niños
que zarparon la madrugada
y cobraba venganza en los hogares
vacíos y todos nos quisimos llamar
"Ya vendrán otros tiempos"
pero terminamos asustados
mostrándole los dientes al
canto de la miseria

En ese día,
cuando sabia que no te volvería
a ver me compre un perro
y ladro, al paso de los infiernos
una canción que se volvió famosa en la radio
y nunca supimos cantar,
y nunca supimos como poder
cantar.

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